Hace mucho que la palabra “encuentro”, se presenta como si fuera un acertijo, he buscado su definición y ninguna realmente me convence.
Puedo pensar que en definitiva, en ella se encierra la posibilidad de sorprenderme con algo, o con alguien, de una manera que va mucho más allá de los procesos intelectuales.
Quizá, puedo ir por detrás de las siglas que componen un agrupamiento de letras, que dejan solo un concepto sobre algo.
En occidente la manera de abordar una reunión, esta normalmente relacionado con la interacción entre seres humanos.
Esta matizado con rasgos enraizados en una estética que plasma, solo una manera acotada sobre una de las tantas formas que existen de vincularnos con otros y de percibir la realidad.
Así por ejemplo, el encuentro con un árbol, se queda en una definición que algún botánico acuñó en alguna parte y que solo es una figura, “una planta con tallo leñoso”. Ante mi solo hay una forma, un concepto de algo. El espacio de lo aprendido en nuestra biblioteca mental, nos lleva de inmediato a la idea que tenemos sobre él.
Esta visión tan pequeña, nos muestra que desconexión tan profunda tenemos con los seres del planeta, apocada aún más, cuando pasamos de largo sin poder sorprendernos por su bella magnificencia.
Hay una altanera percepción de que fue creado para nosotros, puesto ahí para nuestro uso y disfrute. Es esta idea de que el
hombre es superior al resto de la naturaleza, lo que nos ha llevado a destruirla a mansalva.
Partiendo de esta tesis, entonces la mente científica y la mente consumista echan a andar su maquinaria…..
¿cómo llego el árbol a obtener esta forma? Cuál sería el proceso de selección natural de siglos, para haber alcanzado el tamaño que tiene? ¿Cuáles los micro procesos biológicos para que el árbol desarrolla las hojas de una menera o otra? ¿Cuánto cuesta? ¿Que uso puedo darle?
Así, este pensamiento tan limitado de abordar el encuentro con un árbol, queda acunado solo al fraccionamiento de su esencia, a un abordaje que solo toca un marco científico y económico.
Desde luego es una forma de abordarlo, pero parece tan impersonal, tan pequeña la experiencia.
Pero podemos usar las investigaciones científicas para un nuevo abordaje. Según el National Human Genome Research Institute, el hombre y algunos frutos y plantas tenemos un 60% del mismo DNA. El aliento y el pulso de los árboles los hace comparables a un ser viviente complejo. Según Dr. Sebastián Pfautsch , del Instituto Hawkesbury del Medio Ambiente, de la Universidad Western Sydnay.
La mirada cambia cuando esa estructura conceptual de lo
aprendido desaparece y ahora entra el lenguaje de la poesía.
Frente a uno no hay un árbol, hay un ser que toca lo intuitivo, ahí las palabras no caben, se devela la misma existencia. Aparece una nueva forma de comunicación, una que toca un lenguaje que es profundamente difícil de expresar.
El tiempo para su incesante camino, los sentidos se agudizan se percibe una esencia del árbol cómo ser, y ahí en ese segundo hay algo que lo cambia todo.
Se abren los candados que acotan solo una manera de percibir el mundo. Se encarna la posibilidad de abrumarnos, es la vida misma, con esta sensación de complementariedad. El corazón y el alma reconocen esta verdad “No estoy escindido” formo parte de un todo.
Surge una sensación de compenetración con toda la existencia. El alma se embriaga el corazón lo sabe.. ruedan las lagrimas.
Queda atrás todo lo aprendido, se disuelve mi escicion. Ahora
entro en esta bella capacidad de contemplar, voy más profundo que simplemente mirar. Me siento parte de todo lo creado.
Es este maravilloso encuentro que me hace sentir profundamente amado. “En verdad soy parte de esta sorprendente creación!!!!!”